Jorge Drexler, pergeña en el pentagrama de su pensamiento, una preciosa ecuación: «Cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da, nada es más simple no hay otra norma, nada se pierde, todo se transforma».
Cada uno da lo que recibe y olvidamos, el poder de una caricia, de una mirada, de una sonrisa que siempre hacen vibrar el mundo transformándose en vida.
El calor de un abrazo que nunca tendrá una resolución HD, se vive con los ojos cerrados para quedarse retratado en un suspiro, en un instante donde las cosas pierden el sentido o lo logran de golpe.
Algunas cosas nunca salen bien, ¿pero y qué importa?, si todo lo hiciéramos seguros de su resultado, la vida no merecería la pena.
Perdamos el miedo a transformarnos en gota de sudor tras agitar nuestro corazón en el éxtasis de una sonrisa dibujada en el alma del que aprendió que si algo merece la pena hay que intentarlo.
Hemos olvidado la sensación de hacer por placer y no por obligación. Nos hemos olvidado de decir «hola» sin pensar en más.
Demasiado preocupados por el «qué» pensarán y tan poco por el «qué sentiré».
Cada uno da lo que recibe pero no si no damos a veces sin esperar nada, nada se transformará.
De tanto esperar y rogar, hemos olvidado que es mejor pedir perdón que permiso.
Gracias Quino Gil Conde por la canción convertida en inspiración.
#ismaeldoradopsicologo