Legislar en caliente mientras rompen tus sueños

Tengo el alma rota, como padre, como ciudadano, como persona. No puedo apartar mi pensamiento del sentimiento de pena, decepción e indignación, uniendo mi corazón al de unos padres, una familia y todo un pueblo que de un zarpazo cruel, conocieron el mayor dolor que se puede infligir a un corazón.

Dicen que no se debe legislar en caliente, ¿pero saben qué amigos?, estoy harto que se legisle en frío. Algo no funciona en un país donde los grupos organizados de delincuencia acuden a delinquir por nuestra peculiar forma de «hacer justicia». Estoy harto que siempre los muertos los pongamos los mismos y los que deciden en nuestro nombre, nuestros políticos, se mueven en su cúpula de cristal hablándonos de «resocializar» al delincuente, como si en determinados casos es fuera posible.

Estoy harto de determinados partidos que hacen de su búsqueda de votos un atentado contra la memoria de las víctimas y contra la necesidad de justicia que le queda al que todo le han robado, incluso partiéndole el alma.

¿De qué nos valen 200 años de condena?, ¿de qué sirven tres condenas, o cuatro o diez a cientos de años?….de nada amigos. Un sistema penitenciario y judicial pensado para devolver al delincuente a la sociedad independientemente del daño causado, de lo robado, de lo asesinado. Un delincuente que tras unos años en un centro penitenciario con gimnasio, sala de cine, biblioteca, asociaciones de derechos humanos, derecho al paro, estudios en la UNED gratuitos, psicólogos, etc., sale de prisión con un tercer grado para volver a delinquir en muchos casos y todo el conocimiento necesario sobre investigación criminal para dificultar que lo vuelvan a agarrar.

Miren amigos, estoy harto de un sistema garantista con el delincuente. Un sistema que se ríe de la memoria de las víctimas, olvidando su memoria  y el dolor de sus familias y amigos. Un sistema que pone todo tipo de problemas legales a los investigadores, obligándolos a mirar antes de actuar qué juzgado está de guardia para poder tener más garantías con un Juez que entienda mejor la callada labor de los cuerpos de seguridad y no defender con tanto ánimo, los derechos de un «supuesto» protegido por una leyes que no protegen a la víctima.

Mientras que la policía deba tener permiso judicial hasta para poner una baliza en un vehículo, estaremos muchos pasos atrás de delincuentes que se saltan a la torera una y decenas de veces nuestro ordenamiento legal, muchas veces protegidos por personas, banderas e ideales de los que no sufren en sus carnes el zarpazo de la violencia.

Un país donde un policía puede perder su trabajo por pegar a alguien y donde ese alguien puede ser condenado a 10 euros por pegar a un policía. Un país donde resulta gratis insultar, acosar, amenazar a nuestros servidores públicos, y donde nuestros jueces, siguen interpretando las leyes a favor del delincuente cuando el ofendido es un policía y la víctima un delincuente. Un país donde un alunicero es puesto en libertad a las pocas horas de ser detenido, donde un revienta pisos es puesto en libertad, donde los carteristas que esperan a los ancianos para robarles su pensión son condenados a delitos «menos graves», condenados a arrestos domiciliarios pese a no tener domicilio y donde la palabra de un servidor de la ley cada día tiene para algunos jueces menos valor. Unos juicios farsa donde todos se esfuerzan en «llegar a acuerdos» para lograr una sentencia infame que en la mayoría de los casos se quedan sin reparar nada por la insolvencia del delincuente. Tres años de petición de pena pueden quedar en un mes y así solucionar todo de manera rápida y aséptica.

Un país donde la policía debe esperar a solicitar una orden de registro en el juzgado de guardia 24 horas a que S.Sª regrese de comer tras varias horas, o no le diga que no se la concede por tener mucho trabajo, o que el competente es otro juzgado o que se hizo de noche. Un trabajo de muchos meses en malas condiciones y sin medios que, se puede saldar con una puesta en libertad rápida mientras los policías se quedan con dos palmos de narices y la decepción en sus rostros.

Si amigos, estoy harto de resocializar delincuentes pues mi pregunta es ¿quién resocializa a Gabriel?, ¿quién resocializa a su familia, a su dolor, a su angustia?. Somos un país de idiotas y así nos marcha todo. Un país donde queremos que la policía  nos saque las castañas del fuego pero les llamamos perros a su espalda cuando no nos dicen lo que queremos escuchar, o cuando llegan tarde a nuestra llamada sin entender que ellos están los mismos para una llamada que para cien al mismo tiempo. Un país donde recortamos en policías y en sus medios pero no recortamos en delincuentes.

Un país donde todo el mundo se escapa de denunciar al delincuente por miedo, pero que no duda en denunciar al policía, solicitarle el número o decirle que le quitarán el uniforme.

Unas fuerzas de seguridad (gente de honor que no diferencia el color de su uniforme) que han dejado todo, familia y amigos, por buscar a un pececito en un mar embravecido. Unos voluntarios, unos miembros de Protección civil (siempre los más olvidados) que se lanzaron a cientos a la búsqueda de un sueño que ayer nos partieron de golpe.

Si amigos sí, estoy indignado, furioso con un sistema de nos habla de legislar en frío, con la cabeza, sin emociones, pero que no funciona. No amigos, yo no hablo de prisión permanente revisable pues entraríamos en la trampa de quién lo revisa. Si esos que hoy votan en nuestro congreso la anulación de la prisión permanente tuvieran en su mano la revisión de la condena, un delincuente más estaría en nuestras calles, en nuestros hogares. Por ello pido el cumplimiento íntegro de las condenas, el entender que apoyo la resocialización del delincuente tanto como del muerto que yace en su tumba. Pido que un delincuente condenado, salga de prisión cuando su condena finalice sin ningún tipo de premio que pueda reducir la misma.

Resocializar por supuesto, pero que el delincuente salga de prisión el mismo día que el muerto salga de su tumba.

Mucho debemos cambiar para hacer de verdad una justicia acorde a la realidad. Hoy todos tenemos el corazón roto y estamos hartos de tanta estúpida legislación que sólo protege una y mil veces al que delinque. Los ciudadanos seguiremos lamiendo nuestras heridas cuando nos atracan, colocando nuestros hogares cuando nos roban, recogiendo los cristales de nuestros vehículos y teniendo pánico de nuestros hijos cuando salen a la calle y no sabemos de ellos.

Sigamos siendo tan garantistas, tan resocializadores y teniendo tanto miedo de que la policía conozca nuestros datos mientras los delincuentes les importa todo un bledo.

Que todos los seres buenos te acojan en el cielo como mereces querido Gabriel, junto con otras niñas y niños muertos por personas que en unos años verán la libertad. Aquí quedamos el resto viendo como algunos para ganar votos, defienden los derechos de los que se ríen en tu cara. Esperemos que el día de mañana ese ser «resocializado» no sea el que llames asesino y el muerto, tu hijo.

 

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